Anécdotas de un Funcionario de Prisiones: El recuento

anécdotas de funcionarios de prisiones

Sabemos que os gustan las anécdotas de funcionarios de prisiones. Esta es una historia que he escuchado por parte de diferentes compañeros y en diferentes momentos de mi carrera, pero siempre me la han contado igual, con los mismos protagonistas y con los mismos detalles.

Cuenta la historia que, en un Centro Penitenciario que no desvelaremos, un funcionario tenía que hacer el recuento del módulo. Este funcionario llevaba poco tiempo de servicio y en algunas ocasiones se sentía inseguro realizando sus tareas. En esta ocasión, el compañero que compartía ese día servicio en el mismo módulo, bastante más veterano, nota que el novato tarda más de la cuenta en efectuar el relevo. Se acerca a observarle sin que el otro lo detecte, y le ve efectuando una y otra vez el recuento y comprobando, con notable confusión y agobio, la planilla en la que viene detallado el número de internos en el módulo.

Estamos hablando de un hecho que tuvo lugar hace muchos años, yo diría que podría hacer 30 o más, en un momento en el que las prisiones no eran como son actualmente y las rutinas y normas tampoco eran las de ahora. Como ejemplo, hubo un momento en que los internos podían tomar cerveza dentro de las prisiones.

El caso es que el veterano decide al fin acercarse al novato y le pregunta qué sucede. Este, dudando en si decirlo o no, le dice: “Es que no me sale el recuento, me sobra un interno”

– ¿Cómo que te sobra un interno? – le pregunta sorprendido el veterano.

– Pues eso, que deberían ser 142 y a mí me sale 143. – responde contrariado el novato.

– A ver, vamos a volver a contar. – Y ambos pasan mirando celda por celda a través de una mirilla contando las personas que ven. – Efectivamente, salen 143. – El veterano se muestra también confuso.

Así que el veterano decide que el novato mande bajar al comedor a todos los internos y que realice mejor el recuento allí.

El veterano se queda en la garita esperando el resultado del recuento efectuado por el novato y, de repente, escucha que este le llama.

– Ven, por favor, ya lo tengo. – Le grita el novato.

– A ver, cuál era el problema, ¿habíamos contado mal?

– No, hemos contado más o menos bien, pero lo que pasa es que, mira: 1, 2, 3, 4, … 141, 142 y … un mono.

– ¡Un mono! – pregunta atónito el veterano.

-Sí, mira, aquí lo tienes, me dicen que se llama Pepe.

Es una de tantas anécdotas de funcionarios de prisiones. Prometemos volver con más curiosidades sobre el trabajo en Instituciones penitenciarias.

Los comentarios están cerrados.